Noviembre de balances y vuelta al sol

Cumplir años, detener lo cotidiano,  mirarse, compararse con uno mismo, hacer silencio, del amoroso y gentil. Encontrarme en una profundidad con dosis nuevas para celebrarlo todo, aquí me encuentro y me acomodo con confianza.

Conciencia de todo lo que toma cuerpo y se articula como nadie más en el mundo puede. Se siente fuerte sentirnos únicos y semejantes, originales y tan comunes, tallarnos en una búsqueda personal y saberla de millones. 

Respiro hondo, suelto el aire despacio, saboreando, se siente tan bien. Cada célula hace eco, casi que sonríen, hay una calidez sin prisa, llegamos a la tierra del “vale ser quienes somos”, me releo y pienso, qué locura pensar que podría haber otra opción…

Celebrar y alojarlo todo, lo que sabemos, lo que nunca sabremos, lo anudado y lo suelto, lo deseado y las no ganas, lo que toma forma y lo que no tanto.

Abrazar amorosamente las huellas de los derrumbes, los vértigos de las nuevas coordenadas y en el medio de este péndulo, las experiencias concretas y encarnadas de miles de capas y capas de detalles infinitos.

Celebro y bendigo el camino construido, todo es tan amasado, conquistado, encontrado, recibido.  

Sin duda a más vueltas al sol más amor del bueno y compasivo para celebrar despidiendo los juicios, riéndome con ellos cuando los encuentro. Siempre listos para cuidarme aunque no sumen, lo sé cada vez con más fuerza y claridad, cuidar nuestro terreno, el mayor de los festejos…

Cuánto terreno ganado, cuanta búsqueda para encontrarme y sentirme en casa, alojada, respetada, tentada de risa por verme despeinada.

Quizás es la primera vez en estos 56 que asoman, en tiempos donde nada quedó sin ser sacudido, que el anclaje profundo se siente en el cuerpo como nunca. No había muchos lugares donde viajar y lo hicimos hacia adentro, a nuestra piel porque las otras pieles se extrañaron mucho.

A él, mi querido cuerpo, lo voy a festejar especialmente, levantarlo por los aires, sacarlo a bailar una y otra vez, agradecerle tanta posibilidad, tanto aprendizaje de modos impensados…

Agradecimiento profundo a esta vida que me ha dado tanto y a tantos seres
presentes para encontrarme en ellos y volver a casa, no podemos solos, la vulnerabilidad compartida es el regalo de este festejo, la gran frutilla de la torta.