La psicología y la danza son dos pasiones en mi vida que se entrelazan sin pausa, con las que me acompaño a mi misma y a otros en la aventura de llevarnos a conciencia por la vida. Contar con nuestro cuerpo como confiable compañero de ruta es una conquista a la que vale la pena apostar. A mi me ha llevado tiempo, fue una relación ganada con la madurez. Y danzar fue sin duda una herramienta increíble para poder encontrarme en ese lugar sagrado con todo mi ser, donde todo tiene espacio sin juicio. Entre los 18 y los 23 años tuve un serio problema en mis rodillas y el diagnóstico de no caminar más. Luego de 5 operaciones comenzó un profundo camino de exploración por numerosos abordajes para poder recuperarme: Eutonía, Sensopercepción, Bioenergética.
En 1999 comencé a danzar los 5 Ritmos de Gabrielle Roth con queridas maestras Marisa Cheb Terrab y Kelly Satz en Buenos Aires, Argentina y el reencuentro con mi cuerpo desde un lugar placentero, redefinió otra vuelta del espiral en la valoración, las secuelas de la vergüenza e inseguridades, que generalmente atraviesan el vulnerable pendular entre la salud y la enfermedad.
En el 2004, a unos meses de cumplir 40 años, dance por primera vez con Gabrielle Roth y su equipo en uno de los intensivos que coordinaba habitualmente en Agosto. Pensé que ese era un punto de llegada y sin embargo fue una gran apertura sin retorno. Mi camino continuo de la mano de grandes maestras como Kathy Altman y Andrea Juhan quienes junto a Lori Saltzman y Vic Cooper a partir del 2014 plasman una nueva síntesis llamada Open Floor International con la que resueno profundamente tanto en la vida como en la danza.
La integración que se da cuando nos movemos me apasiona, la simpleza que nos trae el cuerpo permitiendo conectar con la sabiduría que habita en cada uno de nosotros.