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Ecos danzados de días compartidos, “Regulandonos en el rol”

Esta vez, ya no había postergaciones. 

La llegada a pisar ese suelo, ávido por recibirnos, latía en cada unx de nosotrxs. Las sonrisas, que se iban develando en cada rostro, se dibujaba en sueños, y  al ir llegando,  se sentía como la sorpresa del regalo inesperado, ese que te encuentra rebosante de agradecimiento. 

Los sentidos presentes, entre ansiosos, dudosos, extraños por momentos. Definitivamente el tiempo transcurrido desde lo postergado, para algunos había resultado tan incierto, que necesitamos minutos, ratos para  que suceda. 

 Lo que sucedió entonces es   que  volvimos  a encontrarnos,  a sentirnos, traernos y llevarnos con ese tiempo incierto y postergado encima, danzar con esa magia que achica las distancias, de viajar en esa incertidumbre presente.

 El tiempo se hizo cuerpo y ya desde el palpitar de esta experiencia habitamos el deseo de compartir y compartirnos en presencia, en las sensaciones de lo que es y se hace espontáneamente imaginado. 

Y lo incierto, no era  porque no queríamos estar allí, es solo que el tiempo hizo una especie de hueco en la presencia de los cuerpos.

 Las ventanas abiertas de par en par, así como los brazos que te esperan para abrazarte y recibirte en esa   luz que  creando destellos nos iba   tocando casi mágicamente. 

Pisar, sentir, entonarnos en la presencia de los cuerpos, pidiéndonos permiso para entremezclarnos casi con cierta torpeza. 

El calor circulante que nos moviliza  a   reconocer y recorrer la inmensidad del espacio, reconocernos en nosotrxs mismxs, y en los otrxs. 

Una receta inigualable, los aromas vibrantes captándolo todo  en lo apropiado para cad unx, en este impulso de regularnos juntxs.

 En esos días la experiencia nos permitió volver a asomarnos, a teñirnos y empaparnos de deseo,  en la profundidades que poco a poco nos despojaron de aquello incierto del tiempo. 

Tocadxs y envueltos por  sonidos de tambores que lograron encendernos  y abrirnos a esta revolución de la danza. Los ecos continúan resonando, las huellas son tan impostergables como la certeza de que allí estuvimos en cuerpos presentes. La sabiduría compasiva y compartida, de  sentirnos regulandonos en movimiento, eso que nos deja la sensación de ser en redes, sin empujarnos. Alojarnos en el aprendizaje y en la aceptación de estar disponibles, asi tal cual estamos.

 Y así es que llegamos a esos esperados y ansiados días de encuentro, eligiendo la aventura de un viaje a re/descubrirnos, nos fuimos llevando, nos fuimos trayendo, algo mas livianos, como si esa pesadez del tiempo postergado ya no nos detiene a seguir regulandonos juntxs.

Bettu Razumny

Abril 2022