Nutriéndonos en Movimiento y Presencia

Te invitamos a compartir en comunidad la conciencia de todo aquello que nos nutre.  
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El espacio que nos recibe a puro verde contagia la magia de los ciclos, el sentir de nuestras raíces y poder valorar lo que ya somos, perfectos y suficientes como la naturaleza misma. 

Pausar y nutrirnos en tiempos donde estamos tan exigidos es medicina preventiva que nuestros cuerpos y nuestras almas agradecen profundamente.

Nutrirnos en la simpleza del estar y poder bajar la guardia sostenidos en un ámbito cuidado es uno de los  objetivo de esta propuesta que te acercamos. 

“ Y solo me llevaré tan rápido como la parte más lenta de mí se sienta a salvo”

Karen Drucker

Lo haremos meditando en movimiento y en quietud,  danzando a conciencia, resonando con lo propio junto a otros y disfrutando del entorno.  Con tiempos para habitarnos en soledad y tiempos para compartir las vivencias. 

Pondremos dedicación tanto en los alimentos y la preparación de los mismos de manera compartida. Sarah Talleri me acompaña en la facilitación de este taller con su sabiduría de la cultura andina, sus herramientas corporales y el arte de los detalles que nos acerca la cocina. 

Escuchar nuestro cuerpo con su saber, saborear la honestidad de cada movimiento es aumentar el rango de presencia, una puerta para llevarnos con gentileza y respeto, la mayor nutrición que podemos regalarnos.

No se requiere experiencia previa en danza, no hay pasos que aprender por lo tanto no hay posibilidad de equivocarse. Nuestros cuerpos saben moverse y cada movimiento es una danza, todo lo que se mueve es incluido sin juicio y con espacio.

Sarah Talleri

Sara Talleri

Más información
Lugar: Pachacamac, Perú

Días y horarios:
22, 23 y 24 de Mayo 2020

Comienza el Viernes a las 6pm (la primera sesión de danza comienza a las 7pm hs) hasta el domingo a las 3 de la tarde.

Testimonios

La danza dormida se había despertado. En círculos caóticamente ordenados danzaban, juntas, a través de campos mecidos por la brisa, en selvas de vegetación anudada o en cielos oscuros reflejados en hilos de lava.
Los brazos ardientes como flechas señalando el deseo.
Luchando por traer hacia sí mismas aquello que anhelan.
Brazos como alas, moviéndose hacia el cielo invocando lo amado, despidiendo el dolor, desatándose a sí mismas.
Para volar el deseo, para tejer sus sueños, para estallar en el rojo, para desarmar ataduras.
Para danzar su propia danza. Libres.

Ale Feijó

Con agradecimiento y ternura por haber vivido esta experiencia que me permite aceptar mi fragilidad y danzar entre mi afinación y desafinación, la melodía de mi humanidad.
Una propuesta de enorme honestidad conducida por Marisu donde ella es la tejedora de esa red que nos sostiene y protege cuando nos aventuramos a transitar terrenos de vulnerabilidad.
Es como practicar el arte del trapecio tomando el riesgo desde la confianza, la presición, el pulso, la intuición para estar con el otro y recibirlo cuidándolo y cuidándonos con audacia y entrega compartidas.
Un permiso para danzar entre nuestra individualidad y la totalidad, entre nuestros ajustes y desajustes, nuestra sabiduría y nuestras dudas, nuestro magistral paso de danza y el temido tropezón… encontrando nuestra melodía de vida, haciéndonos mejor compañía para otros y para nosotras mismas.
Gracias, maestra y amiga por este aporte tan valioso, creativo y gentil.

Sarah Talleri

Hermosa experiencia de auténtico crecimiento: ese que viene de adentro. a través de distintas propuestas nos llevó a descubrir aquello que está en nosotros y que necesitamos para llegar a otros seres con la ayuda que requieran y verdadera presencia. Intensos días de trabajo con el cuerpo, como reflejo y expresión del alma, nos permitieron adentrarnos en una hermosa experiencia con nosotros mismos, con nuestra intimidad y a la vez experimentar nuestra apertura hacia otros.
Sentí en todo momento la presencia incondicional de Marisu quien nos dio sin dudas lo mejor de sí, sin guardarse nada.
¡Gracias a todos desde el alma!
Con muchas ganas y compromiso cada día, hasta el próximo encuentro.

M. Fernanda Rodriguez

Tomé coraje y me animé a danzar mi propia trama. No sin tener que lidiar con miedos y juicios: “a esta edad te vas a poner a bailar” “vas a hacer el ridículo” “no es para vos”.
Nada de toda esa narrativa me detuvo y decidí regalarme una tarde de danza. No cualquier danza, una danza consciente, habitada, presente.
Y mientras bailaba, cada parte de mi ser se fue despertando. Un despertar junto a otros, otros que al igual que yo también danzaban su trama. Una tribu danzando al compás de su propia naturaleza, de su propio ritmo. Y cada respiración, cada latido, se fue entretejiendo con el sonido de los tambores hasta confundirse con una misma danza, la danza de la humanidad compartida.
Pausa para moverse con lo propio de cada uno. Pausar para escuchar el verdadero sonido del alma. Y fui a la danza: fui niña, fui africana, fui águila que atraviesa el vacío con su vuelo. Fui libre.
Pero ante todo fui parte de la trama de otros y ellos de la mía, y así juntos danzamos la danza de todos.
Hoy me animé a abrir una puerta, otro espacio. Hay mucho por explorar, mucho por descubrir.
Gracias a mis compañeros de baile por la entrega y el compromiso.
¡Gracias Marisu Rimoldi por hacerlo posible!

Paula Jansen