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Entre la palabra y el movimiento

By 22 septiembre, 2022 No hay comentarios

Hay muchas razones por las que danzamos, porque se siente bien, para descargar tensiones, simplemente para dejarnos cautivar el alma, para celebrar rituales, la danza ha sido un modo de expresión desde el comienzo de los tiempos.


Podemos danzar siguiendo pasos, con coreografías externas y podemos explorar la danza más consciente, la que se expresa y toma forma como acto de creación de aquello que vamos sintiendo, nuestras propias coreografías internas, donde el darnos cuenta, la escucha propia, el permiso y el aparecer son las llaves para anclarnos.


Y si queremos usar la danza consciente, como herramienta para explorar patrones, para incrementar nuestros recursos a conciencia, la palabra sumada al movimiento cobra una fuerza y presencia única. Nombrar integrando lo que el cuerpo susurra, incluir tanto el placer de una intensidad novedosa, como saborear una calma donde la mente repose, abre la posibilidad de que cualquier registro somático, se vuelva palabra sentida.


La danza se transforma en el vehículo para mirar patrones de cerca, y encontrar una dosis de novedad entre la repetición y la posibilidad de ampliar el repertorio de lo que nos es habitual, desde lugares sentidos y vivenciados.


Es más fácil de lo que suena! Tantas veces nos encontramos con esta frase ” esto no es para mi” y cuando salimos al ruedo, porque lo elegimos o porque la vida nos sacude sin pedir permiso, nos encontramos desafiando límites. La danza entrena esos bordes desde lugares seguros, sentirnos cómodos en nuestra corporalidad, en la expresión de nuestras emociones, tiene un impacto muy revelador en todo nuestro ser, en nuestros modos de llevarnos. Es una apuesta a regular nuestras señales de seguridad, a una aceptación muy respetuosa de quienes somos y un modo de aportar semillas de regulación en el afuera.